En Agamenón (Esquilo), el vigía quisiera avisar al rey de los peligros que entraña su vuelta a Argos, pero “un buey enorme pisa mi lengua”, dice temeroso, y sabe que es mejor callar. Agamenón finalmente es asesinado.
Este es el hilo conductor del libro. Su protagonista no quiere que nadie pisotee su lengua. Y eso tiene consecuencias. El libro es una aventura a lo desconocido, un viaje a ese temido mundo del desempleo que, por desgracia, muchos conocen. Miedo, sensación de vértigo, emociones encontradas en un país de mentira donde el paro, dicen, está pasado de moda. Vamos a contar mentiras, tralará, y a decir que todo va bien. Antaño la protagonista trabajaba; hogaño la protagonista ha escrito este libro en el que las reflexiones de Publio Ovidio o la letra de Barón Rojo son de gran ayuda. Un libro para los que son una fría estadística del SEPE y para los que temen serlo. Actual, real y sincero, con la mirada puesta en ese teléfono que un día volverá a sonar.
