Lola ataca de nuevo. Sigue enfadada con el mundo, pero en esta segunda entrega de sus ocurrencias tiene muchos más motivos para estar feliz. Las cosas han cambiado para bien y el panorama que se dibuja a su alrededor es esperanzador.
Sigue pensando lo mismo porque tampoco tiene, tenemos, la certeza de que las cosas vayan a seguir avanzando en la dirección correcta.
De modo que Lola sabe que no conviene relajarse, que no hay que dejar de estar alerta.