Esta novela cierra la apasionante trilogía que Yusefovich dedicó a las memorias de Iván Dmitrich Putilin.
Centrada en la figura del príncipe de Mongolia Naïdanvan y al entorno del embajador chino, en esta ocasión Putilin nos conduce a dos espacios históricos que mantienen inesperados vínculos: la Mongolia de 1913 a las pueras de una guerra de independencia contra las tropas invasoras chinas y el San Petersburgo de 1870, recreado con extraordinario colorido.
La trama se abre con dos muerte en circunstancias similares: la del propio príncipe mongol y la de Kamenski, un escrito de novela popular que ha relatado con todo detalle el fin de Naïdanvan. Con sus métodos característicos Putilin empieza a investigar a fondo los ambientes en que se mueven los implicados que le llevarán a una trama en la que se entrelazan las sectas fanáticas, la magia, el mundo literario y la alta política.
A medio camino entre Pushkin, Chejov, Dickens y Camilleri, Yusefovich ha creado un ciclo narrativo apasionante, una excelente recreación del San Petersburgo zarista y un personaje inolvidable.