La imaginación sufre en nuestra época diversos hostigamientos, a los que no son ajenos la literatura y el arte. Valores comerciales ya presentes en el momento de la escritura y no sólo en el de difusión ?su lugar lógico?, inclinan la balanza novelística hacia una estética muy próxima al ?basado en hechos reales? de los telefilmes. Algo que no tendría nada de malo si ese déficit imaginativo, índice de un extraño retorno a la mímesis clásica, se compensase con una rica imaginación técnica y con talento al exponer ese crudo, incluso morboso, hiperrealismo. Mediante la distinción de ?gradientes? literarios de realidad, este ensayo explica cómo el peso de lo real puede acabar lastrando las obras prosísticas hasta hundirlas. Tendencias de moda como las narrativas de ?no-ficción? la memoria confesional o traumática, la crónica y cierta autoficción son examinados desde una teoría literaria que defiende la necesidad de comparar, que valora la excelencia en un tiempo aún posmoderno de infinita relatividad, y que detecta los modos en que los criterios comerciales devienen preceptores literarios, haciendo funcionar al mercado como crítico y rebajando la intensidad artística que siempre ha caracterizado a la mejor literatura.