A lo largo de seis años, Salgado retrató a emigrantes en más de 35 países documentando su desplazamiento en plena carretera, los campos de refugiados y los superpoblados barrios de chabolas donde muchos de los recién llegados a las ciudades suelen acabar. Su trabajo incluye a latinoamericanos entrando en Estados Unidos, judíos abandonando la antigua Unión Soviética, kosovares huyendo a Albania, refugiados hutus de Ruanda, así como los primeros refugiados por mar, árabes y subsaharianos intentando cruzar el Mediterráneo para pisar Europa. Sus imágenes presentan a personas que saben adónde quieren ir y a otras que simplemente huyen, contentas de estar vivas y lo bastante fuertes para escapar. Los rostros muestran dignidad y compasión en las circunstancias más amargas, pero también el rastro devastador de la violencia, el odio y la codicia.