La casualidad no existe. Existe causa efecto y, ha sido voluntad de Dios, que este bendito Papa Francisco I proclame Año Santo de la Misericordia. Consciente de la crisis de valores de occidente, hace una llamada universal a nuestros corazones de piedra, inmersos en el materialismo actual, porque considera fundamental y necesario que todos reflexionemos sobre las palabras que Jesús de la Divina Misericordia dice a santa Faustina Kowalska (1931-1938).