Hay que quitarse el sombrero delante del último libro de la trilogía de Jon Klassen. Con la simplicidad de rasgos que le caracteriza, vuelve a contar una historia entre animales. Las protagonistas en esta ocasión son dos tortugas que se encuentran un sombrero. A las dos les gustaría quedárselo, pero sólo hay un sombrero. Sus ojos lo dicen todo...
Klassen imprime a esta historia un tratamiento de novela gráfica, dividiéndola en tres partes, con títulos diferentes, que se corresponderían con la estructura clásica de exposición, nudo y desenlace.
Y, hablando de desenlaces, el de este libro es el más feliz de la trilogía y seguro que volverá a complacer tanto a los lectores habituales del artista canadiense como a los recién llegados.